La mayoría de los expertos sobre la cocina malagueña coinciden en poner de manifiesto la sencillez de los ingredientes utilizados, la variedad y riqueza de sus platos y su especial sabrosura. Todas estas características no son más que el resultado de una óptima utilización de los mejores productos naturales empleados en la elaboración de su extenso recetario; un recetario, por cierto, que se ciñe a la perfección a la dieta mediterránea, tan acreditada por sus más que demostrables cualidades saludables.
Legumbres, verduras, carnes, pescados y frutas constituyen los elementos básicos de una cada vez más depurada gastronomía, en cuya preparación destaca el aceite de oliva como imprescindible ingrediente, un producto que en Málaga ha alcanzado las más altas cotas de calidad y es comercializado en todo el mundo gracias a empresas que han hecho de la innovación y el prestigio sus señas diferenciadoras.
Hoy, la ciudad de Málaga dispone de una cocina de altísimo nivel, que ha sabido mezclar la tierra y el mar en sus platos. Todos los productos de los que dispone la ciudad combinan la tradición y la vanguardia, la imagen de calidad y la naturalidad, que hacen que la cocina malagueña se distinga como una de las más destacadas del país, reflejo de la calidad de vida que se respira en Málaga. De este modo, en Málaga es fácil degustar desde los platos más tradicionales y autóctonos hasta los más selectos y sofisticados.
Gracias a la importancia de centros de calidad y prestigio, como la escuela de hostelería de La Cónsula, en Málaga han surgido destacados cocineros, algunos de los cuales, como Dani García o José Carlos García, galardonados con la estrella Michelín. El primero se ha convertido, además, en un gran embajador de la cocina malagueña, hasta el punto de que su restaurante ‘Manzanilla’ ofrece la posibilidad de degustar lo mejor de nuestros platos en pleno centro de la Gran Manzana. Tales éxitos no son más que un reflejo de la calidad de nuestra dieta, declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Y es que nuestra ciudad ha experimentado en los últimos años un formidable salto cualitativo en cuanto a la variedad y la riqueza de formas de entender la cocina. Una serie de nuevos restaurantes han colocado a Málaga en el panorama nacional de la llamada cocina de autor. Estos cocineros han enriquecido la oferta gastronómica de la ciudad desde la alta cocina hasta la cocina del mestizaje hasta tal punto que hoy podemos hablar, sin duda, de una nueva generación de restauradores de nos ofrecen una nueva faceta de la oferta gastronómica de la ciudad.
En una ciudad de poco más de 550.000 habitantes se concentran casi 4.000 establecimientos de hostelería, de los que más de mil son restaurantes, lo que ofrece una ligera idea de que en que Málaga la gastronomía se ha convertido en todo un arte. Así, en el Centro Histórico, junto a monumentos milenarios, como la Alcazaba o el Teatro Romano, en las recónditas calles de la antigua Judería o a la sombra del Museo Picasso y la Catedral, casi trescientos restaurantes ofrecen a los visitantes la oportunidad de disfrutar de una cocina cargada de historia. No en vano, ya hace más de dos mil años los romanos realizaban en nuestra ciudad el famoso garum.
El buen clima del que presume la ciudad ha fomentado, además, lo que es toda una tradición entre los malagueños: salir a las calles a tomar una tapa junto a un buen vino o una caña de cerveza. Fruto de esta costumbre creció un gran número de bodegas y tabernas, en cuyas terrazas malagueños y visitantes simplemente disfrutan de la vida.
El tapeo es una fórmula sabia de probar de todo, o casi todo, y no por gula sino, digamos, por curiosidad culinaria. En la variedad está el gusto. En este segmento gastronómico encontrará de todo: desde las tapas más tradicionales y perfectas hasta las más imaginativas innovaciones. No es necesario recomendar ninguna tapa en especial porque cada establecimiento puede ser un mundo de variantes (no hay dos ensaladillas malagueñas que sepan igual). Hay que dejarse llevar por la intuición. O, mejor dicho, por el sabor.
Como plato tradicional de la cocina mediterránea, el pescaíto frito es uno de los grandes atractivos gastronómicos del litoral malagueño. Típico de chiringuitos, bares y terrazas, su demanda se dispara en las temporadas de sol y playa. El pescado idóneo para la fritura ha de reunir unas características esenciales, características que cumple a la perfección la especie estrella de la fritura: el boquerón malagueño. Y junto a la fritura, otra obra maestra de la gastronomía malagueña: el espeto, la forma tradicional de comer las sardinas en Málaga. Las sardinas, clavadas –o espetadas- en una caña, son puestas al fuego, lo que les ofrece un sabor especial y único.
Como en toda gran ciudad, en Málaga también puede encontrar una amplia variedad de cocinas de otras latitudes: las de siempre y las más exóticas, que en esto también Málaga es una ciudad cosmopolita.
Finalmente, nadie puede marcharse de Málaga sin descubrir un magnífico tesoro a menudo muy desconocido. Málaga goza del privilegio de tener una de las mejores cartas de pasteles del país. Ya sean propios, reinventados, nuevas creaciones o importaciones, la mano dulce de nuestros maestros pasteleros toma cuerpo en verdaderas explosiones de sabor y color. Uno de los momentos más agradables que se puede experimentar en nuestra ciudad pasa por sentarse a tomar una de estas maravillas en cualquier terraza o simplemente sentado en algún banco con su pastel envuelto en una servilleta, simplemente viendo pasar a la gente.
Lo mismo se puede decir de nuestras heladerías:. helados de crema extienden el arte pastelero antes mencionado hasta las frías temperaturas de toda una inmensa variedad de sabores.
Vinos de Málaga De gran importancia son también los vinos que posee la ciudad. De gran historia, los caldos malagueños fueron muy celebrados incluso en la corte de la zarina Catalina la Grande. Fabulosos en todos los sentidos, los vinos de Málaga muestran una explosión de colores, aromas y sabores que proporcionan a la ciudad una seña de identidad con un estilo y una personalidad diferentes. Muchos de ellos pueden ser disfrutados como postre, acompañando a una repostería que alcanza cotas de singular calidad, tanto si se trata de frutas naturales como de productos de compleja elaboración.
El «Málaga» es un vino ligado históricamente a las artes. Su singularidad y su noble ascendencia lo ha hecho objeto de numerosas referencias literarias. Menciones escritas de los vinos producidos en el benigno clima malagueño existen desde el tiempo de los romanos, si bien es a partir de la presencia musulmana en la tierra del paraíso, Málaga, o como también la llamaban sus poetas, corona de la luna, tesoro escondido o ciudad de la salud, cuando el vino resulta ser la inspiración literaria de numerosos autores.